Francia ha dado un paso significativo al reconocer su música electrónica como “Patrimonio Cultural Inmaterial”, un gesto que consolida décadas de influencia sonora dentro y fuera de sus fronteras.
Este tipo de declaraciones suelen celebrarse como victorias culturales, ya que sitúan a la música electrónica al mismo nivel simbólico que otras expresiones artísticas tradicionalmente legitimadas.
El reconocimiento se articula en torno a la llamada French touch, una etiqueta popular que engloba a una generación de artistas que llevaron la electrónica francesa a la escena global.
Su impacto comercial y mediático es incuestionable, y su papel en la expansión del sonido electrónico también.
Mucho antes de que la electrónica francesa conquistara festivales y listas de éxitos, el país ya había marcado un punto de inflexión en la historia de la música contemporánea.
A mediados del siglo XX, compositores e investigadores franceses comenzaron a trabajar con sonidos grabados, manipulándolos como materia prima musical.
Aquella ruptura conceptual, que hoy se considera fundacional, transformó para siempre la forma de entender la composición y abrió el camino a gran parte de las técnicas que siguen utilizándose en la producción electrónica actual.
Estas corrientes experimentales no solo aportaron nuevas herramientas, sino también una manera distinta de escuchar y pensar el sonido.
Centros de investigación y creación musical surgidos en Francia se convirtieron en referentes internacionales, impulsando desarrollos tecnológicos y artísticos que influyeron tanto en la música académica como en la cultura electrónica posterior.
Patrimonio, contexto y mirada a largo plazo
El debate no gira en torno a la validez del reconocimiento, sino a su enfoque. Las declaraciones de patrimonio cultural suelen estar condicionadas por el momento histórico en el que se producen y por la visibilidad de aquello que se quiere proteger.
En este caso, la elección de una corriente más cercana al ámbito industrial y mediático parece responder a una lógica contemporánea, más que a una revisión profunda del impacto cultural acumulado a lo largo del tiempo.
La importancia de preservar la diversidad musical

Reconocer el pasado no es un ejercicio de nostalgia, sino una forma de proteger la diversidad y la experimentación que dieron lugar a la música electrónica tal y como se conoce hoy.
El reconocimiento de la música electrónica francesa como patrimonio cultural es, sin duda, una señal de madurez y de legitimación institucional. Pero también recuerda que la historia de este género es amplia, compleja y profundamente ligada a la innovación.









